Las películas animadas no suelen ser muy el tipo de contenido que aprecio, a menos de que sean de Disney; perdóname Netflix por traicionarte de esa manera. 

 

Aunque no era la película que más esperaba, ni que más me emocionaba ver, me interesó la introducción que tenía porque considero que manejar esos temas de que el enemigo es la tecnología en una animación familiar, puede ser interesante y sí que lo fue. 

 

Los Mitchell contra las máquinas, es una historia basada en la familia y en la relación que tienes con ellos. A pesar de ser la menos perfecta y más extraña son los encargados de salvar al mundo y sólo pueden hacerlo si mejoran sus lazos. 

 

En medio de un apocalipsis robótico, la hija, la mamá, el papá, el hijo y el perro, se convierten en los sujetos más fundamentales para combatir una amenaza que desconocen. 
 

Katie Mitchell (la hija), tenía una maravillosa relación con su papá, sin embargo, al crecer y al cambiar de intereses, la relación empieza a quebrarse. 

A punto de irse a la universidad, la familia decidió unirse en un último viaje para pasar lo que podría ser el último tiempo juntos (muy parecido a Goofy e hijo) y aunque a Katie eso no le apetece, resulta convirtiéndose en su mejor oportunidad. 

 

Tomando a la tecnología no del todo como una enemiga, estos personajes que no tienen nada de común, tienen que lograr que la humanidad sea tan eficiente como la inteligencia artificial. 

 

Porque de he hecho el argumento principal de la villana es que los humanos siempre tienen malas relaciones entre sí y por eso se ocultan en mundos que no son reales, poniendo a la tecnología por encima de las emociones y es ahí donde está el mensaje. La tecnología no es la enemiga, sino que somos nosotros mismos y las malas costumbres que tenemos en especial con nuestra familia. 

 

A pesar del profundo mensaje que deja, la película tiene varios elementos que son muy entretenidos; desde la comedia hasta la acción. Realmente es una película apta para cualquier tipo de persona que quiere encontrar una buena historia. Por su puesto se lleva el micrófono al ponernos a reflexionar sobre nuestra humanidad.